El primer problema que te encuentras cuando quieres ponerle nombre a algo es el mismo que hoy en día para hacerte una dirección de hotmail: millones de personas ya han inventado ese nombre!! De ahí a la crisis personal sólo hay un paso. No sólo no eras tan original como pensabas sino que eres el último de un número de, al menos, cuatro cifras.
A partir de ahí, puedes empezar a cuestionar tu identidad. Tu nombre es el mismo que el de millones de personas, vistes con ropa que se pone un trillonazo de gente, has recibido las mismas asignaturas en el cole y los mismos estímulos socioculturales que un montón de generaciones.
Entonces te da por pensar: "¿cuánta gente estará pensando ahora que "cuánta gente estará pensando ahora que..."?"... y entras en un bucle infinito que te absorbe el alma hasta llevarte a lo más oscuro de ella.
Si consigues salir de ese trance, habrás superado el primer obstáculo para ser un emprendedor: no eras tan único como tu madre te decía. A partir de ahí, sólo te queda la virtud de saber que, cada vez que alguien te decía lo guapo y listo que eras, estaba mintiendo. Tus progenitores, tu pareja, tus amigos, tus muñecos preferidos y tus cromos de la colección más preciada... Todos habían mentido sobre por qué estaban contigo! ¡A saber a cuántos les habían engañado con la promesa de la autenticidad!
En ese momento, ves que en las noticias comentan que se suben los impuestos o que hacen una nueva ley prohibitiva... ¡Y te acuerdas de todos los momentos que te dijeron: "y si los demás se tiran de un puente, ¿también vas a tirarte tú?"... ¡Cómo si fueras el único listo que no se va a tirar!
Respiras... tomas aliento... Intentas hacer un mantra para que tu mente se quede en blanco...
y, es en ese instante, en el que le dices al del registro: "pues... sí...; póngale Studio sin E al final".
Ya tienes el nombre de tu empresa. Ya has comenzado el camino para ser un emprendedor. A partir de aquí sólo te espera el triunfo laboral (y un poco de resentimiento cuando tu pareja te dice: "ay, cari... eres único!"... pero, tranquilos, eso se diluye con el tiempo).
Albert Ics
